COVID-19: Pandemia mundial, respuesta global
La ONU amplía su Plan Global de Respuesta Humanitaria ante la pandemia de la COVID-19.
6.700 millones de dólares. Este es el presupuesto actualizado que Naciones Unidas ha propuesto para frenar la expansión de la COVID-19 en algunos países de América del Sur, Oriente Medio, África y Asia.
Escasos han quedado los 2.000 millones iniciales con los que arrancó el Plan Global de Respuesta Humanitaria que ha visto cómo, mes tras mes, las ayudas resultaban insuficientes.
Después de que Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, declarara la primera pandemia conocida provocada por un coronavirus, los organismos internacionales empezaron a trabajar para frenar los contagios. Pronto, Naciones Unidas presentó su Plan Global de Respuesta Humanitaria COVID-19.
El objetivo de este proyecto es impulsar la respuesta global de emergencia al COVID-19 en algunos de los países más vulnerables del mundo. El plan inicial contemplaba la actuación en 54 países, ahora alcanza los 63.
Este llamamiento coordinado de la ONU ha sido creado con la aportación de diferentes agencias internacionales así como las principales ONGs que actúan en los países prioritarios. Su objetivo es analizar y responder a las consecuencias directas de la pandemia sobre la salud pública.
Pero también sobre la situación humanitaria. El Plan pretende identificar los grupos de población más afectados y vulnerables y proteger a las comunidades que ya están sufriendo otras crisis.
«En esta carrera contra un enemigo invisible, todos los países deben contraatacar, pero no todos comienzan desde la misma línea de salida”. Las palabras de Mr. Mark Lowcock, secretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, reafirmaban la necesidad de actuar conjuntamente ante la crisis sanitaria.
Presupuesto COVID-19
La COVID-19 está provocando una serie de problemas no solo sanitarios, sino también socio-económicos. La magnitud de la pandemia ha superado todas las expectativas iniciales por lo que es necesario el reajuste:
- La Organización Internacional del Trabajo calcula que casi la mitad de la población activa mundial podría perder su medio de vida.
- Más de la mitad de la población mundial podría vivir en la pobreza tras la pandemia.
- El coronavirus podría crear una enorme tensión social en países en conflicto.
- El riesgo de que aumente la inseguridad alimentaria en muchos países es un hecho: 265 millones de personas podrían ser empujadas al borde de la inanición a finales de este 2020.
La opción de que la COVID-19 sea una tragedia humanitaria sin precedentes parece evidente. Los efectos de la crisis de salud en poblaciones ya muy vulnerables, unidos a los males endémicos de determinadas zonas, nos enfrentan a un nuevo escenario mundial sobre el que es necesario actuar.
El plan de Mozambique
En países como Mozambique, afectados por conflictos recurrentes, un brote de COVID-19 podría ser difícil de controlar. Las dificultades de acceso a un sistema sanitario o a medidas higiénicas básicas para frenar la pandemia son factores que juegan en contra de la población.
Paralelamente, crisis latentes no resueltas como las altas tasas de VIH, los conflictos armados o la inseguridad alimentaria y la desnutrición, siguen afectando a las comunidades más frágiles.
Se estima que ya antes de la COVID-19, 1,6 millones de mozambiqueños y mozambiqueñas ya padecían inseguridad alimentaria aguda grave. Tanto la pandemia como los esfuerzos de contención podrían incrementar esta población en riesgo hasta límites de ruptura.
Restricciones y hambre
El gobierno mozambiqueño actuó con prontitud enfrentando la pandemia. Dos días antes de la confirmación del primer caso de COVID-19 en el país, ya hubo medidas preventivas como el cierre de escuelas y servicios públicos no esenciales durante 30 días.
El cierre de los pasos fronterizos y las limitaciones de movilidad afectaron especialmente a la cadena de suministros agrícolas, sector (el agrícola) al que se calcula se dedica el 75% de la población del país.
Las restricciones establecidas se han traducido en pérdidas de cosechas actuales y futuras, así como el aumento de precios y disminución del poder adquisitivo. El cóctel perfecto para el desastre.
Aunque Mozambique no fue incluido como país receptor de ayuda en la primera redacción del Plan Global, las circunstancias posteriores provocaron su incorporación a este listado de 63 países.
Dentro de los marcos de actuación de este plan, la FAO ha evaluado los posibles impactos del virus en Mozambique. La prioridad inmediata es garantizar la continuidad de las operaciones esenciales así como contribuir a mitigar el impacto de la pandemia entre las personas más vulnerables.
Socios locales
Para actuar con efectividad es necesaria la colaboración de los organismos internacionales con organizaciones y grupos locales. La actuación en el terreno es pieza fundamental para mantener en funcionamiento las líneas de suministro alimentario.
“La respuesta COVID-19 es una oportunidad para fortalecer las alianzas locales. Continuaremos identificando socios basados en evaluaciones de capacidad y diligencia debida, fortaleciendo sus habilidades y proporcionándoles los fondos necesarios”, manifiestan los representantes de la FAO en Maputo.
Es previsible que la nueva situación provoque nuevas necesidades. El análisis constante y la evaluación intentará mitigar el negativo impacto. Además, se ha previsto prestar una especial vigilancia a los grupos poblacionales en mayor riesgo. ¿Qué grupos son?
- Granjeros, ganaderos y pescadores, particularmente mujeres, productores de subsistencia o pequeña escala.
- Trabajadores a lo largo de la cadena alimentaria rural-urbana.
- Poblaciones desplazadas o afectadas por desastres naturales y conflictos.
Hasta la fecha se ha establecido un presupuesto de 20 millones de dólares. El Plan, alineado con el Marco de Programación de País (CPF) de Mozambique de la FAO, tiene previsto cubrir el período entre mayo de 2020 y abril de 2021. Durante este tiempo esperan desarrollar cuatro líneas de actuación:
- Recolección y análisis de datos nacionales sobre seguridad alimentaria.
- Garantizar la disponibilidad y el acceso a los alimentos para las poblaciones con mayor inseguridad alimentaria.
- Garantizar la continuidad de la cadena de suministro de alimentos para las poblaciones más vulnerables.
- Asegurar que los actores a lo largo de la cadena de suministro de alimentos no estén en riesgo de transmisión o contagio del virus.
La pandemia de la COVID-19 amenaza con ser larga y agotadora y hará más difícil el trabajo de las organizaciones. En estos momentos es fundamental mantener activas las ganas de colaborar y el espíritu de solidaridad para salir adelante sin dejar a nadie atrás.
En Azada Verde hemos abierto una emergencia destinada exclusivamente a conseguir fondos que ayude a frenar la propagación del virus y a paliar sus consecuencias. ¿Les ayudas?