Por qué las energías limpias son fundamentales para luchar contra el cambio climático
Necesitamos una transición energética hacia energías limpias ¡YA!
El cambio climático ya es un hecho. Desde hace unos años se nos viene advirtiendo de la urgencia de cambiar usos, costumbres y combustibles porque el planeta se está recalentando. Necesitamos una transición energética hacia energías limpias ¡YA!
Cumbres, acuerdos y un montón de protocolos cargados de buenas intenciones por parte de quienes los convocan no han evitado, sin embargo, que ya no sea solo una alerta de lo que se avecina. Es un hecho.
En el Acuerdo Mundial del Clima de 2015 se llegó a los siguientes compromisos:
- Evitar que la temperatura ascendiera 2º respecto a la era preindustrial.
- Llegar en 2030 a la neutralidad climática, esto es, que no se produzcan más gases de efecto invernadero de los que la naturaleza pueda absorber.
La industria del automóvil es la que más contaminación genera por combustible fósil, y a la vez, una de las que más empleo y enriquecimiento produce. Enriquecimiento desigual, por supuesto.
Sin embargo, para la economía mundial tal y como está estructurada, los cambios en esta industria suponen un conflicto a la hora de tomar decisiones por parte de los gobiernos.
Hacer este cambio no resulta sencillo sin provocar una hecatombe socioeconómica. Así que, ¿cómo hacerlo?
Transporte eléctrico e híbrido
Las alternativas que ya se están poniendo en marcha son la del coche eléctrico, los híbridos (que combinan la electricidad y la gasolina) y los de gas.
La electricidad, para coches, camiones o bicicletas, es la que parece más viable, sin embargo, las baterías se fabrican con litio y los residuos de este elemento son muy contaminantes y provocan lo que llamamos minería urbana.
Lo mismo ocurre con los aviones cuyos primeros prototipos se están poniendo a prueba.
El motor de hidrógeno se postula de momento como la alternativa más limpia. Pero también depende del método de extracción que utilice: gas, carbón o agua.
Económicamente, la sustitución del automóvil actual al de hidrógeno resultaría muy rentable, ya que el dinero que se ahorraría en la importación de combustible generaría tanta riqueza como, por ejemplo, el turismo en países como España.
Transición energética
Y es que hablar de transición energética es hablar de dinero, no solo del que ganan las multinacionales encargadas del suministro, sino de la población que trabaja en estos sectores.
Polonia, por ejemplo, uno de los países cuya economía se basa en la extracción de carbón se resiste a las limitaciones que Europa propone.
Las zonas más afectadas por el cambio climático son África Subsahariana, América Latina y Asia Meridional.
Las constantes sequías e inundaciones arrasan cosechas hasta el punto de que se habla ya de refugiados climáticos, personas que deben desplazarse para buscar lugares donde poder cosechar sus alimentos y criar al ganado.
Cuando se habla de cambio energético no se habla solo de cambiar a energías sostenibles sino a un cambio del sistema, concretamente una descentralización de este.
Descentralizar el sistema energético implica que los gobiernos dejen de tener el control sobre la energía.
¿Hay tiempo?
Hay quien considera que el cambio sea más lento para permitir los ajustes económicos de los que hablamos pero la pregunta es… ¿tenemos tiempo?
Las alternativas que se proponen son: el sistema de climatización geotérmica, las placas solares y la energía eólica.
El uso de energías convencionales ha hecho que la agricultura y la alimentación se hayan triplicado en los últimos 50 años.
La modernización en los sistemas de regadío da prioridad al sistema por aspersión sobre el sistema por gravedad para mejorar la producción.
Sin embargo, el riego a presión usa un sistema de bombeo que requiere electricidad y por tanto un mayor consumo energético que el sistema por gravedad.
En determinadas zonas rurales que no cuentan con infraestructura de red eléctrica (como sucede en muchas regiones de Mozambique), se utilizan grupos electrógenos que resultan muy caros y contaminantes.
Asimismo, la electricidad es necesaria para el empleo de maquinaria en las diferentes fases del cultivo y en las industrias de transformación de los productos agrícolas.
Energías limpias
Como solución se proponen las energías limpias en la agricultura de regadío, especialmente interesante para los sistemas de bombeo, siendo la energía solar fotovoltaica la que mayores beneficios proporciona.
Entre otras cuestiones, porque las épocas de mayor radiación solar coinciden con las de mayores necesidades de riego.
Además se disminuyen los gases de efecto invernadero y aumenta el nivel de sostenibilidad de los alimentos, resultando, a su vez, más rentable por el ahorro energético.
En Azada Verde hemos apostado por dicha alternativa energética con dos modelos de sistemas de riego sostenibles. En las parcelas familiares instalamos bici-bombas de agua y en las cooperativas agrícolas sistemas de riego solar.
Nuestro equipo técnico en terreno recibe el material y construye e instala los sistemas de energías limpias para la comunidad. Las bici-bombas se montan a partir de material reciclado, con lo que no se emite CO2 en su fabricación.
Una nueva economía
En definitiva, el cambio energético supone un cambio de la economía. La nueva ciencia económica se llama biomímesis (economía azul o economía del bien común).
Este modelo utiliza la naturaleza como fuente de inspiración para diseñar nuevas tecnologías innovadoras basándose en los procedimientos que emplea la naturaleza para funcionar y conservarse: economizando recursos y no generando residuos.
Esto se consigue por medio de ciclos cerrados y circulares donde todo es biodegradable, todo puede aprovecharse y transformarse en energía.
Nuestro actual sistema económico es abierto y lineal. Así pues, hay que rediseñar los productos, los procesos de extracción, producción, transporte…etc.
Y cambiar la mentalidad de crecimiento infinito por el de sostenibilidad, es decir, disminuir la cantidad para mejorar la calidad.
No se deben escatimar, por tanto, esfuerzos para la concienciación. El activismo es más necesario que nunca, abandonando nuestro estilo de vida y exigiendo a los gobiernos que se den cambios efectivos en la legislación.
No solo por las emisiones sino también por el impacto medioambiental que su extracción conlleva.
*FUENTES: El Escarabajo Verde, “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”, Borja Vilaseca, Ed. Conecta, 2012, Suez.