Mujeres rurales: imprescindibles y en grave peligro
Como os podréis imaginar, las mujeres rurales encaran desigualdades y desafíos que dificultan sus oportunidades cada día, tanto en el aspecto económico, educativo, de salud o de vulnerabilidad ante situaciones de violencia.
En el mundo rural, además de la brecha de género, existen múltiples dificultades más: la privatización de recursos y servicios, el abandono, las migraciones, la especulación, el cambio climático y la inseguridad alimentaria, entre otros.
Ello implica graves consecuencias para las sociedades rurales y en especial para las mujeres, de las cuales, aproximadamente el 68% de las trabajadoras en condiciones de pobreza extrema, ejercen su actividad en el sector agrícola.
“Reducir la brecha en las tasas de participación de la fuerza laboral entre hombres y mujeres en un 25% para el año 2025 podría aumentar el PIB mundial en un 3,9%”
A nivel laboral, en las zonas rurales, la mayor parte de las mujeres están afectadas por malas condiciones laborales y cada vez más dificultades para acceder a los recursos naturales, situaciones que las sumen en condiciones precarias.
Afectadas por la creciente competencia de mercado, donde se generan puestos con bajos sueldos y malas condiciones, en los que la mano de obra femenina acaba relegada.
Además, las mujeres rurales perciben una remuneración que, de media, es un 25% inferior a la de los hombres, aunque suelen trabajar más horas.
Y no solo eso, sino que con frecuencia también desempeñan trabajos en condiciones difíciles, sin medidas de salud, seguridad en el trabajo ni protección social, siendo particularmente vulnerables al acoso y a la violencia sexual.
Sin tierra, sin derechos
Las desigualdades de género en los derechos sobre la tierra son generalizadas: en nueve de cada 10 países evaluados, el número de mujeres con derechos de propiedad o control sobre los terrenos agrícolas es inferior al número de hombres con este tipo de derechos.
Según Graziano Silva todo es cuestión de oportunidades: “las evidencias demuestran que cuando las mujeres cuentan con oportunidades, los rendimientos en sus explotaciones e ingresos aumentan. Los recursos naturales se gestionan mejor. Mejora la nutrición. Y los medios de subsistencia están más protegidos”.
Pese a todas las dificultades,, como señala ONU Mujeres, las campesinas son tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, aunque no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos.
Más vulnerables al cambio climático
Las mujeres de las zonas rurales, además, son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, como el aumento de sequías, lluvias torrenciales que generan grandes pérdidas en cosechas de autoabastecimiento, y la exposición a riesgos relacionados con catástrofes naturales, cambios ambientales y el deterioro del acceso al agua.
En un contexto así, las fuentes tradicionales de alimento son más escasas e impredecibles, y las mujeres se enfrentan a la pérdida de cosechas e ingresos.
Mujeres rurales y la COVID-19
Si al cóctel de dificultades añadimos la situación actual de pandemia, las condiciones se agravan aún más.
Con la COVID-19 y las necesidades de salud en áreas remotas, a las mujeres y niñas de zonas rurales les es menos probable tener acceso a servicios de salud de calidad, medicamentos esenciales y vacunas.
Y podemos ver como la pandemia también ha aumentado la vulnerabilidad de sus derechos respecto a la tierra y los recursos.
No solo eso, sino que las viudas de COVID-19 corren el riesgo de ser desheredadas, además el desempleo aumenta el regreso de migrantes a las comunidades rurales, aumentando la presión sobre la tierra y los recursos, agravando así, aún más si cabe, su situación.
Imprescindibles
Las mujeres de zonas rurales producen más de la mitad de los alimentos del mundo a pesar de su menor productividad debida a las diversas desventajas.
Asimismo, son las principales cuidadoras de las familias y desempeñan la labor de garantizar la seguridad alimentaria y nutricional del hogar.
Ellas, se encargan de hasta el 90% del cultivo de arroz en el sudeste asiático y producen hasta el 80% de los alimentos básicos destinados al consumo en los hogares y a la venta en el África Subsahariana.
En conjunto, las mujeres suministran hasta el 90% de los alimentos que consume la población pobre de zonas rurales.
En el evento “Sumémonos a las mujeres rurales para poner fin al hambre y a la pobreza”, Graziano da Silva definió que las mujeres “son la columna vertebral de nuestra labor en la agricultura«, suponen el 45% de la mano de obra agrícola en los países en desarrollo y el 60% en algunas zonas de África y Asia.
“Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los activos agrícolas, la educación y los mercados que los hombres, se podría aumentar la producción agrícola y reducir el número de personas que padecen hambre en 100-150 millones”, asegura Da Silva.
Mejores gestoras
Diversos estudios demuestran que cuando los recursos están a cargo de las mujeres, es más probable que se destinen a incrementar el consumo de alimentos, la protección y el bienestar general de la familia.
En casi todos los países en desarrollo, las mujeres dedicadas a la agricultura son heroínas contribuyendo a la seguridad alimentaria del hogar, obteniendo ingresos, cuidando de la familia y ocupándose de la gestión de los recursos naturales y la biodiversidad.
Por todo esto, pedimos para las mujeres rurales:
- Medidas para aliviar la carga del cuidado y redistribuirla entre mujeres y hombres.
- Servicios e infraestructuras básicas suficientes (agua, salud, electricidad, etc) que apoyen el trabajo doméstico y de cuidados productivo y no remunerado de las mujeres.
- Acceso a la educación.
- Igualdad en el acceso a la tierra.
- Acceso a tecnologías y recursos productivos.
- Aumento de la seguridad física y psicológica.
Desde Azada Verde, creemos en las mujeres rurales, e impulsamos su empoderamiento desde un acceso a la educación y la apuesta por la soberanía alimentaria dando a las comunidades rurales acceso a recursos y herramientas, ¿y tú? ¿Te unes a nosotr@s?