¿Cuáles son las verdaderas causas del hambre en el mundo?
Las causas del hambre en el mundo son numerosas y están interrelacionadas entre sí, aunque básicamente pueden dividirse en dos categorías distintas:
La primera son los desastres naturales, generalmente imprevisibles y de gran magnitud, que destruyen cosechas y acaban con el ganado como son los terremotos, inundaciones, sequías, plagas de insectos (como la langosta), enfermedades epidémicas de las plantas…
La segunda afecta directamente al comportamiento humano, como guerras o boicots económicos organizados contra un Estado con intención de imponerle una nueva línea política, lo que suele dar lugar a situaciones de extrema escasez, que implica hambrunas para las poblaciones pobres del Estado en cuestión.
En este post vamos a desgranar en detalle cada una de las causas para llegar hasta el fondo de la cuestión:
Causas climáticas
Con recursos limitados, es difícil encontrar agua para regar los cultivos, por lo que en caso de sequía es imposible cultivar hortalizas, verduras o frutas, así como criar ganado que no puede beber ni alimentarse.
En caso de inundaciones, no hay agua para regar los cultivos. La destrucción puede llegar a tal extremo que es inviable hacerla frente porque no existe una estructura adecuada. Además las variaciones climáticas favorecen la aparición de insectos que devoran los cultivos.
Conflictos interétnicos y guerras entre países
Esta también suele ser una causa bastante frecuente de pobreza y hambruna. Cuando surgen conflictos entre grupos étnicos o con países vecinos, el país que tiene la sartén por el mango hace todo lo posible por empobrecer a otra, quitándole los medios para obtener agua y alimentos y dando lugar a hambrunas, enfermedades y destrucción.
También un clima político basado en malas decisiones, corrupción e injusticia puede acabar por sumir a un país en el caos y la pobreza, provocando hambrunas.
En Somalia, 20 años de violentos conflictos han dejado al país en un estado de emergencia crónico y uno de los más complejos en cuanto a situación política y ayuda humanitaria.
Problema de acceso al agua
El agua es un recurso natural esencial para la vida. Se utiliza para la agricultura (para producir alimentos), la alimentación (agua potable), las necesidades domésticas y la industria. Sin embargo, 1.100 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable (la mayoría en zonas rurales).
Algunos países no tienen acceso a instalaciones de saneamiento, necesarias para la evacuación del agua sucia de la vivienda, la recogida de aguas residuales y pluviales, así como del tratamiento de aguas residuales. Una de cada tres personas en Sudáfrica y Asia no tienen acceso al agua.
Las mujeres dan más importancia al saneamiento que los hombres, pero tienen mucha menos influencia que estos a la hora de tomar decisiones presupuestarias.
En África, debido a la escasez de agua, en muchas ocasiones son las niñas las que deben encargarse de buscarla durante el día, lo cual puede suponer tener que recorrer largas distancias o enfrentarse a situaciones tales como el ataque de animales peligrosos como los cocodrilos.
Además, se les priva así de la escuela, lo que las penalizará para su futuro y las condenará a la pobreza. Lo peor de todo es que hay agua suficiente para satisfacer todas las necesidades de la humanidad, el problema es que la riqueza hídrica está mal distribuida.
Por ejemplo, Brasil, que cuenta con grandes recursos hídricos, pero cuya zona noreste es una de las regiones más afectadas por la sequía. En el futuro, se prevé que el cambio climático reduzca la disponibilidad de agua en cientos de
regiones más.
Hay que tener en cuenta que el agua es un recurso sobreexplotado que tiene que enfrentarse al crecimiento demográfico. En algunas zonas, las extracciones de agua han superado el potencial del recurso. Es el caso del mar de Aral, cuya explotación ha provocado un desastre ecológico sin precedentes con el cultivo del algodón, dándose una disminución del 75% de su superficie.
El mar de Aral es ahora un lago salado en medio de un desierto, mientras que antaño fue la cuarta masa de agua interior más grande del mundo.
El problema de la agricultura
Tres cuartas partes de las personas que padecen hambre en el mundo son campesinos o antiguos campesinos que se han visto obligados a emigrar a los barrios marginales de las zonas urbanas, o incluso, a campos de refugiados.
A pesar de un éxodo rural de 50 millones de personas al año, el número de hambrientos y pobres en el campo no disminuye, y cada año se generan 40 millones más. Además los agricultores pobres no tienen medios para invertir en semillas, abonos o equipos agrícolas.
Además, la producción de los agricultores de los países en desarrollo no es muy competitiva y les toca enfrentarse con las importaciones de países que subvencionan su agricultura o que se benefician de condiciones más ventajosas (explotaciones grandes y extensivas con poca mano de obra, altos índices de mecanización, gobierno
mecanización, inversión pública, etc.).
La liberalización del comercio, en marcha desde mediados de la década de 1990, ha privado a los pequeños agricultores del Sur de oportunidades de mercado, y les ha impedido retirar los recursos necesarios para modernizar sus explotaciones.
La falta de acceso al dinero, a la tierra y a medios de producción más eficaces que la fuerza de sus brazos, les dificulta aumentar rápidamente la oferta local para satisfacer las necesidades domésticas.
En Níger, Malí, Mauritania, Burkina Faso y Chad, hay una disminución de los pastos, malas previsiones de cosechas, precios altos de los alimentos y falta de acceso al agua. Además, el precio de los cereales de mayor precio ha subido entre un 60% y un 80% en comparación con los últimos cinco años, y miles de familias se están quedando sin reservas de alimentos demasiado rápido. Como consecuencia, más de un millón de niños padecen desnutrición aguda grave (la forma más grave y potencialmente mortal).
Para satisfacer las necesidades alimentarias de la humanidad, la agricultura necesita tierras cultivables, y estas están muy desigualmente distribuidas por el planeta, disponibles en cantidades limitadas y muchas muy afectadas por los fertilizantes, que tienen una persistencia muy larga en el suelo.
Pobreza
Más del 40% de la población mundial se enfrenta a diario con la realidad o la amenaza de la pobreza extrema. De hecho, en los países en desarrollo, las mujeres pobres que están a punto de tener un hijo, no pueden permitirse acceder a la atención prenatal, por lo que dan a luz sin asistencia social. Una vez nacidos, los niños tienen menos probabilidades de sobrevivir, así como menos posibilidades de ir a la escuela y, por tanto, más probabilidades de tener bajos ingresos: este círculo vicioso se transmite de generación en generación.
La pobreza es un freno para el desarrollo económico y social, mientras las mayores fortunas privadas se multiplican y aumentan. Según la Academia Francesa de Agricultura, la mayor fortuna del mundo asciende a 17.000 millones de dólares, mientras que el PIB de Senegal es de 5.000 millones. Estas disparidades también se dan dentro de los países. Por ejemplo, en Brasil, el 10% más pobre tiene el 0,7% de la renta, mientras que el 10% más rico el 47%.
En el conjunto de los países en desarrollo, la esperanza de vida al nacer aumentó unos 16 años, por 19 años entre 1960 y 2005. Sin embargo, las diferencias de esperanza de vida con los países ricos siguen siendo muy grandes. Por ejemplo, en Burkina Faso, la esperanza de vida al nacer es de 35 años inferior a la de los japoneses.
Para los países de la categoría de desarrollo humano bajo (31 países, 28 de los cuales están en África subsahariana), es decir, el 9% de la población mundial, la esperanza de vida al nacer es de 46 años, 32 años menos que en los países con indicadores elevados.
Así, algunos países pobres no pueden permitirse los alimentos que necesitan, ya que los precios son demasiado elevados para ellos. Hay desigualdades de riqueza en todo el mundo, y a veces incluso dentro de los propios países.
Crecimiento demográfico
Con una población creciente, cada vez hay más bocas que alimentar, lo que aumenta las dificultades.
La teoría demográfica más conocida es el maltusianismo. Se trata de un modelo inspirado en el economista inglés Thomas Malthus (1766-1834), partidario de una limitación voluntaria de la población.
El punto de partida de Malthus era que la población estaba aumentando más que la producción agrícola, lo que conduciría a la miseria y la muerte de los más pobres.
La presión financiera generada por los países
La soberanía alimentaria es el derecho de los países a definir su propia política agrícola y alimentaria,
proteger y regular su producción agrícola y su comercio con el objetivo de un desarrollo sostenible y determinar su grado de autosuficiencia, en condiciones de trabajo dignas.
Los países en desarrollo tienen deudas enormes. Los países ricos les compran cada vez menos y les venden cada vez más productos y más caros, lo que no hace sino aumentar la pobreza del país y su dependencia de la ayuda exterior.
Así, la carga de la deuda conduce a una pérdida de soberanía alimentaria que repercute en los países más pobres.
Falta de organización y medios para el desarrollo
Con una estabilidad política frágil, es inevitable que haya una mala organización y una mala coordinación para desarrollar el país. Se trata de un círculo difícil de romper.
Por tanto, se hace fundamental luchar por la soberanía alimentaria, y dotar de recursos a las personas más necesitadas para que puedan generar sus propios alimentos y escapar del círculo de la pobreza. Desde Azada Verde luchamos para que las familias agricultoras puedan vivir dignamente a través del cultivo de alimentos de una forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Si quieres ayudar a que esto suceda, pulsa aquí y colabora con Azada Verde.