¿Quién es el mayor culpable de esta pandemia de la Covid-19?
En las últimas décadas el consumismo propiciado por los estados y el sistema económico liberal actual ha propiciado un obsceno abuso de los recursos provocando contaminación, deforestación y vidas precarizadas. Entonces, ¿quién es el verdadero culpable de esta pandemia?
Las extinciones masivas y el comercio ilegal de especies favorece el salto de patógenos, antes contenidos en los ecosistemas, a los humanos: el 75% de las nuevas enfermedades humanas en los últimos 40 años tienen origen animal.
De esa forma, los virus que están presentes en los cuerpos de animales pasan con facilidad a cuerpos humanos. Algunas de las epidemias más graves de los últimos años han llegado así. La gripe A de 2009, el MERS de 2012 o el SARS de 2002.
Un análisis realizado por 500 científicos calcula que el 75% de la superficie terrestre se ha visto ya alterada por la actividad humana. El ritmo de deforestación planetaria por ejemplo, aunque se ha ralentizado algo, fue de 26 millones de hectáreas en 2018.
Deforestación=Contagios
Esa purga de nuestros bosques reduce los ecosistemas de los animales salvajes, que se acercan a las zonas pobladas, estas interacciones entre humanos y especies salvajes promueven los contagios zoonóticos (de animales a humanos).
Investigadores explican que cuando se destruye un ecosistema se rompe una serie de equilibrios que actúan para contener los agentes infecciosos responsables de enfermedades.
Toda esa alteración ha derivado en la devastación de la biodiversidad. Se estima que cada día estamos perdiendo 137 especies de plantas y animales (incluidos insectos) debido a la deforestación de las selvas, lo que supone ¡50.000 especies anuales!
Este efecto hace que, en un ecosistema donde existen muchas especies susceptibles de alojar un virus concreto, la prevalencia de que la infección se dé en una especie en particular disminuye por la existencia de variedades de animales a las que el virus puede infectar.
En este caso, el patógeno puede acabar en un animal no vulnerable, deteniendo el ciclo.
Cerco a la propagación
Además, los depredadores de un hábitat sano controlan las poblaciones que albergan y transmiten el patógeno, reduciendo las posibilidades de que este circule.
Todo esto diluye la enfermedad entre muchas especies, llegando a especies que no la transmiten y a otras acotadas por depredadores, impidiendo así la expansión de los patógenos.
Las investigaciones han observado que las especies que actúan como depósitos de virus sobreviven cuando hay una pérdida de biodiversidad, estas tienen un ciclo vital acelerado (se multiplican rápido) y aguantan los cambios, a diferencia de los que tienen ciclos de vida más lentos o los depredadores, que desaparecen.
El comercio ilegal de especies salvajes promueve el paso de los virus hacia los núcleos poblacionales. En el caso del comercio ilegal, las barreras y controles sanitarios son mínimos, dificultando la detección de potenciales víricos y dejando así vía libre a los contagios entre especies.
En diversos casos, el hacinamiento de las especies salvajes en el transporte o “almacenamiento” de estas especies promueve los contagios entre estas, aumentando las posibilidades de que el patógeno llegue a los humanos.
La vida en el centro
Nuestra ONG amiga, Ecologistas en Acción, lanza este claro mensaje: «Un ecosistema sano supone una barrera natural de control de patógenos y su destrucción nos expone a peligros inciertos».
Para reducir estos efectos es necesaria implicación, una gestión adecuada de la tierra y los cultivos, disminuir la deforestación y poner en el centro el cuidado y respeto de las especies, erradicando el comercio ilegal y la destrucción de los ecosistemas.
Es necesario poner la vida en el centro en un sistema donde se prima el desarrollo económico y se descuidan los seres vivos y los ecosistemas. En estos sistemas las vidas quedan relegadas a un segundo plano, tanto las vegetales, como las animales y humanas.
Es hora de grandes cambios, de una mirada holística de la naturaleza, donde solo cabe la vida y la protección. En Azada Verde estamos en ello, ¿te sumas al cambio?