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Higiene y virus, unidos y al mismo tiempo tan separados en África. El coronavirus llegó y está afectando a ricos y pobres sin distinción, por eso, la OMS se empeña en recalcar la importancia del agua y sobre todo del indispensable lavado de manos.
Pero… ¿África y, sobre todo Mozambique, tienen el acceso al agua necesario para pararle los pies al coronavirus?
En África se encuentran 19 de los 25 países con menos acceso al agua del mundo. En general, África Subsahariana por ejemplo, cuenta con menos del 60% de cobertura. Y esto sin contar si el agua es potable o no, algo fundamental.
La gran desigualdad del continente africano se debe en gran parte a Sudáfrica, donde se encuentran más de la mitad de las presas de toda África Subsahariana.
No solo coronavirus
Debido a una falta de saneamiento del agua, las personas entran en riesgo de contraer infecciones por exposición a patógenos o por heces, que luego pueden desencadenar en infecciones como el cólera o el Covid-19, con los niños como los más vulnerables.
No estamos diciendo que no haya agua en absoluto, sino que para algunas comunidades, ésta puede estar muy lejos y además puede no ser potable, cosa que solo se consigue con plantas de tratamiento, que a la vez resultan muy caras.
Existe una gran desigualdad de cobertura en cuanto acceso al agua en África: mientras las zonas urbanas cuentan con un 64% de acceso, en las rurales el porcentaje es de solo un 17%.
Sin agua en el medio rural
En cuanto al saneamiento mejorado (el que higiénicamente imposibilita el contacto entre la heces y los humanos), sólo el 24% de la población mozambiqueña tiene acceso a esta y el resto (76%) no. Este dato negativo sube en zonas rurales hasta el 88% y en las urbanas un 53%.
Existe también un contraste muy marcado entre las provincias del norte y las del sur: en Maputo (sur), un 87,1% tiene acceso a agua potable y un 70,1% a un saneamiento mejorado. En cambio, en el norte, como en Zambézia, solo un 30% tiene acceso a agua segura y solo un 13% a un saneamiento mejorado.
Algunas mejoras: de 1990 a 2015 hubo un gran descenso de personas sin acceso al agua, cuyo porcentaje bajó de un 65% a un 49%.
En conclusión. Esperemos que el coronavirus no se expanda mucho por Mozambique porque como vemos, no hay recursos hídricos suficientes para librar una lucha con garantías.
TÚ puedes ayudar a frenar la propagación del virus y contrarrestar los efectos de la enfermedad ayudando con la emergencia. GRACIAS.
El Covid-19 ya está en Mozambique. Desde que la pandemia fuera declarada en España, a la zaga de Italia, y después seguida por otros países de la Unión Europea, empezamos a vivir la pesadilla del confinamiento y el miedo por su posible propagación en el continente africano y países en vías de desarrollo.
Mozambique tiene un nivel de calidad de vida bajo respecto a otros países: depende del sector agrícola, tiene un escaso desarrollo industrial y presenta problemas socioeconómicos.
El PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Mozambique está en la parte final de la tabla mundial, en el puesto 189 (¡de 196!). O sea podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos mucho que hablamos del octavo país más pobre del mundo.
El llamado “capitalismo extractivo”, modelo económico presente en Mozambique, resulta ser, según las mediciones de riqueza de esta filosofía monetaria, la gran esperanza del país para mejorar su puesto en el ranking del PIB.
Pero la realidad es que no ha sido así. Ha generado lo que, en el lenguaje del Desarrollo, ha sido catalogado como “la maldición de los recursos naturales”:
- El subsuelo de Mozambique es rico en minerales metálicos y no metálicos, pero sólo el carbón y la sal se explotan en cantidades apreciables.
- Los recursos pesqueros son importantes (langostinos y camarones) y representan la principal fuente de divisas.
- Los cultivos orientados a la exportación son las nueces, té, caña de azúcar y algodón.
- La mayor parte de la producción agrícola se debe a pequeñas explotaciones familiares, que producen las principales cosechas de maíz, mandioca, fríjol, arroz, verduras y aceite vegetal de cacahuete, sésamo, y semillas de girasol.
Una desigualdad brutal
Desde la proclamación de su independencia en 1975, Mozambique se ha convertido es un país con una legislación bastante evolucionada a nivel democrático y teórico.
Sin embargo, socialmente, prevalecen prácticas que mantienen una desigualdad brutal en todos los aspectos, sobre todo en el de género, cuestión que choca con el hecho de ser uno de los países con más mujeres incorporadas a la vida civil.
Y mientras en ciudades como Maputo se pueden ver automóviles y restaurantes de lujo, la mayor parte del país se desenvuelve en un caos donde el acondicionamiento y las infraestructuras brillan por su ausencia. Se sobrevive en construcciones de paja y latón y el acceso al agua resulta una tarea penosa.
Además todo se agravó en 2019 cuando las infraestructuras fueron arrasadas por el ciclón Idai: casas, caminos y puentes quedaron en ruinas y las tierras agrícolas inservibles.
Todo sumado supone un evidente caldo de cultivo para que los servicios públicos básicos como la sanidad y la educación resulten tremendamente deficientes.
Asignaturas pendientes
La mejora de la educación, la lucha contra la desnutrición infantil y la garantía de servicios de salud dignos en zonas rurales y urbanas siguen siendo la asignatura pendiente para un país con recursos propios que sortea sus deficiencias con la ayuda de otros países donantes y la intervención de las ONG.
Aunque en el momento de escribir este artículo no hay ningún caso de muerte por coronavirus, se han restringido los accesos desde el exterior y se ha recomendado a la población exponerse lo menos posible.
Esta práctica resulta complicada en el caso de familias rurales que comparten el uso de pozos o se tienen que trasladar en pequeños autobuses donde la masificación es inevitable.
Solo cabe esperar que la pandemia no se cebe con esta y otras poblaciones del continente para no empeorar aún más los problemas crónicos que ya de por sí sufren desde siempre.
Miedo al desastre
Dicen que la perplejidad es la semilla del pensamiento. Aquí andamos perplejos en este apocalipsis con tintes de una de las siete plagas.
Esta perplejidad lleva a cuestionarse en qué empleábamos el tiempo, la destrucción del planeta, el vacío de los minutos en que dejamos correr los días…
Andamos cuestionando nuestro modelo de vida, en la esperanza, tal vez, de hacer fecunda esta perplejidad. Así, se especula con un orden institucional que nos permita una existencia más respetuosa con el medio ambiente, con los demás…
¿Es solo al orden institucional al que debemos confiar este cambio vital? Se habla del individualismo capitalista, del asfixiante control de las administraciones más colectivistas, de si es necesaria una ley aquí y otra ley allá que evite los desastres…
El desastre. Ese es el miedo que sostiene esta perplejidad occidental. En lugares como Mangunde, donde el día a día es una sucesión de tareas ingratas y desabastecimiento, no hay tiempo para la perplejidad.
El umbral de dolor que tanto ocupa a profesionales de la medicina y la psicología en Occidente (tal vez para trivializar o relativizar el sufrimiento ajeno a fin de descargarnos del peso que la tan cacareada empatía nos impone), es equiparable al umbral del miedo.
Siendo este umbral una medida de la percepción personal, aquí estamos todos en el 0’0, sin duda, espantados como una mosca en la contraventana.
Con el miedo en el ADN
En Mozambique, el miedo, por ser constante, no resulta más llevadero. Son generaciones las que crecen con él en el ADN, el mismo ADN que les hace valientes y activos para solucionar problemas.
En la película El niño que domó el viento de Chiwetel Ejiofor, hay una magnífica alegoría de todo esto. Fueron sus propios recursos e ingenio lo que les ayudó a cambiar las cosas, una esperanza de mejora de ese día a día para el sustento básico, el que, una vez cubierto, te deja espacio para la perplejidad existencial.
Mozambique, formado por gente luchadora que ha pasado grandes penurias y mira la vida con optimismo, fuerte por dentro y alegre por fuera, ya fue bautizado por Vasco de Gama como a terra da boa gente.
No es errático preguntarse si es esta cualidad la que sostiene a este pueblo de tantas calamidades. Y cabe pensar, por supuesto, que ese carácter abierto a la alegría y la esperanza les ayudará también en esta travesía que muchos europeos y occidentales vivimos como un apocalipsis.
Para muchas de las familias del medio rural mozambiqueño el Covid-19 será como una gota más en su permeable capa sobre la que recaen las enfermedades. Su mayor preocupación aún así seguirá siendo otra: conseguir alimento de forma diaria… ¡Comenzamos nuestra gira!
¡Empezamos marzo con mucha ilusión y en familia! Volvimos a Impact Hub Madrid para celebrar uno de nuestros eventos/comida favoritos, la Sexy Salad, donde nos unimos a su magnífica comunidad para exponer nuestros proyectos, avances, propósitos…
Intercambiar ideas y recibir nuevas energías para seguir trabajando, ese fue el exitoso objetivo.
Capitaneada por Chulapa Flow Producciones, esta ‘ensalada solidaria’ consiste en una comida colectiva y solidaria hecha con ingredientes que aportan los propios asistentes. Visto el resultado final está claro que juntos podemos sumar, crear, compartir y disfrutar empezando por algo tan importante y esencial: la comida.
Pero, ¿comeríamos todos los días lo mismo? La respuesta más probable es que NO. No nos
gustaría tener limitada nuestra posibilidad de elegir y mucho menos no poder escoger una alimentación adecuada y variada para nuestros hijos y para nosotros mismos.
La suma de tod@s
En estos días tan difíciles que venimos viviendo por la pandemia del coronavirus, los supermercados han visto agotarse algunos de sus productos, ¡qué rabia no encontrar lo que queríamos!
Sin embargo, con la cooperación, empatía y humanidad de nuestros vecin@s, poco a poco nos hemos organizado y normalizado la situación. Queda mucho trabajo y sacrificio colectivo por delante pero ¡juntos lo conseguiremos!
Porque necesitamos la colaboración de tod@s contra las emergencias sanitarias, climáticas, etc. Recordemos también a los países menos desarrollados, que no tienen la misma capacidad de respuesta ante estos desastres.
Cuando el Covid-19 llegue a Mozambique encontrará un sistema sanitario muy deficiente y sin posibilidad de blindarse contra la pandemia, y el resultado será catastrófico, como ya viene siendo habitual para estas poblaciones.
Apenas se cumple un año del ciclón Idai, que ya propagó otras enfermedades y acumuló pérdidas materiales y humanas.
Es por ello que insistimos en la necesidad de la agroecología y apostar por las energías renovables a nivel global. Hemos visto las huellas que deja el cambio climático: sequías, inundaciones… En los países pobres no hay capacidad de recuperación sin ayuda.
Caminando hacia la Soberanía Alimentaria
En Azada Verde estamos apoyando a los agricultores locales para que saquen adelante sus cosechas, puedan tener comida todo el año y que además esa alimentación sea variada: lograr una soberanía alimentaria que tenga a su vez un impacto positivo en la economía local.
Con nuestra minigira Cineforum: Caminando hacia la Soberanía Alimentaria pretendíamos acercaros estos proyectos y trabajos a todos vosotros.
Tristemente el Covid-19 nos obligó a cancelar y cambiar nuestros planes por razones de seguridad sanitaria. Ojalá pronto podamos retomar las actividades y eventos que quedaron pendientes.
También estamos deseando volver a participar junto a otras organizaciones en eventos como Iniciativas locales contra la emergencia climática, que se llevó a cabo el pasado 11 de marzo en el Espacio Ecooo de Madrid, y donde buscamos forjar sinergias en común y desarrollar ideas para unir esfuerzos y ayudar al desarrollo sostenible.
¿Qué dices? ¿Te apuntas? Déjanos tus datos y te avisamos de nuevos eventos.
El pasado 24 de enero tuvimos la oportunidad de participar en el concurso que realiza el «Col·legi Badalonès», todos los años, para apoyar a diferentes ONGs que llevan a cabo acciones, a nivel nacional o internacional, en el campo de la Cooperación al Desarrollo o la Ayuda Humanitaria. Cada año se presentan tres organizaciones distintas y este año tuvimos la fortuna de ser una de ellas.
La acogida fue total, realizamos la presentación en el gimnasio de la escuela y asistieron los cursos de 3º y 4º de ESO y Sexto de E.P, un total de unos 140 alumnos y alumnas aproximadamente. Durante la presentación les hablamos sobre Azada Verde, en concreto de los tres proyectos que apoyamos, además pudimos profundizar un poco, sobre el concepto de Soberanía Alimentaria a través: de una dinámica grupal y un vídeo educativo sobre la história de dos tomates. La verdad que este tipo de espacios, son un lugar fantástico para tocar temáticas o materias, que muchas veces el día a día del programa escolar, no lo permite. Pero ejercicio no termina aquí, porque una vez realizadas las presentaciones, el alumnado, debe estudiar y conocer a fondo las organizaciones que han pasado por el «Col·legi Badalonès», para después, ser ellos, los que repitan las presentaciones al resto de los alumnos de la escuela. Finalmente, todos los estudiantes elegirán a su candidato favorito, así que vamos a cruzar los dedos;)
Desde el mes de octubre hasta abril, los alumnos elaborarán, en las horas de recreo y de forma voluntaria, unas rositas (hechas con un alfiler y plastilina) que venderán después durante el día de Sant Jordi ( 23 de abril) en Cataluña, festividad tradicionalmente conocida por el día del libro y la rosa. Toda la recaudación conseguida se entregará al proyecto más votado.